Cecilia Cambiaso

Cecilia Cambiaso

Lo que más amo es actuar, pero desde hace 10 años, empecé a sentir que no estaba escrito el mundo que yo quiero comunicar. A mí me cambió la vida el encuentro con determinadas personas que fueron clave en mi formación, me inspiraron a percibir la realidad desde otra óptica y elegí entrar al Otro Camino. Una senda en la que me hago cargo de que absolutamente todas las experiencias que vivo son generadas desde una parte inconsciente de mi ser para desocultar algo de mi esencia.

 

A partir de allí comienza un gran trabajo de investigación, hacia adentro y hacia afuera.  Porque como ya no puedo poner “al culpable” de ninguna de mis miserias fuera de mí, me las tengo que ver con mi ego, con mis malas decisiones, con lo que heredé de mis ancestros y eso es un viaje iniciático.

 

También me pasaba que el formato tradicional de conflicto planteado en el teatro o en cualquier ficción hasta el día de hoy quedó caduco para mis ganas de contar lo que quiero contar. Entonces tuve que crear una forma nueva. Y hasta aquí no me interesó tanto cuidar la estética de mis obras, ni su belleza sino la información que transmiten. Información que es un regalo que me hicieron y que quiero compartir con quienes la quieran recibir.

 

Con una terapeuta y astróloga amiga creamos el taller “La Travesía de las Nueve Lunas”, donde cada una sumó su investigación de años. Descubrimos que si estudiamos nuestro árbol genealógico y hacemos arte con los momentos y las circunstancias más difíciles que tuvieron que atravesar nuestros ancestros todo se va alivianando año a año en nuestras familias. Es mucho más extenso el trabajo y no puedo resumirlo a este escrito, pero voy a sintetizarlo aquí con un ejemplo. Yo investigué durante 15 años lo que sucedía día a día en mi familia. Y para mi sorpresa cada mes de junio, por ejemplo, aparecía el “cáncer“ en alguno de nosotros. Luego de estrenar Plenilunio, en el mes de junio, donde yo hacía el personaje de Sofía, que padece cáncer de útero, la enfermedad dejó de entrar al plano real, porque había sido tomada en lo sutil. Y cuando digo tomada no me refiero a que sólo la sumé a una obra de teatro y la viví como una víctima desde la ficción, sino que TOMÉ lo que esa experiencia estaba viniendo a contar del pasado oculto de mi familia. Lo saqué a la luz. Y eso redime. Disuelve. Sana.

 

Por eso digo que hasta aquí no me interesé tanto en la belleza de las imágenes, ni la estética de mis creaciones, sino en descubrir todo lo que tenían para brindarme, para enseñarme. Recuerdo que, con cada grupo, cuando llegaba la fecha del árbol genealógico que sabíamos que había que cubrir, corríamos con el estreno, a veces sin saber ni cómo iba a ser el final de la obra, dudábamos y nos sentíamos en contradicción.  Pero al hacerlo recibíamos tantas bendiciones que nos entregábamos a la experiencia. Estoy muy agradecida con cada compañero y compañera que se sumaron a este juego y confiaron dejando de lado su ego artístico. Iván Espeche, Omar Possematto, Cecilia Mártire, Lucas Ferz, Mariana Hanono, Fernando Carmuega, Fermando Sayago, Juan Barreiro, Facundo Salomón, Marina Artigas, Diego Mariani, Marcelo Vacas, Jessica Zelazny, Pablo Jesus Gatto, Milagros Almeida, Nahir De Ciancio, Flor Bario, Sofía Rovalletti.

 

Creo que determinada información puesta en una obra, en un guión, puede abrir y generar el interés y la conciencia necesaria en quién la ve, para comprender que hay un cambio de paradigma a la hora de enfrentarnos con nuestra salud, con nuestros recursos materiales y con la salud y los recursos del planeta. 

 

Mi objetivo es brindarle la posibilidad al espectador de conocer cómo viven otros seres y cómo han atravesado procesos conflictivos y dolorosos tomando Otro Camino que los llevaron a tomar conciencia y resolver las encrucijadas que les planteó la enfermedad, el conflicto y/o la falta de recursos materiales de una manera más activa, tomando responsabilidad en su proceso de resolución.

 

Comenzar a barajar la hipótesis de que tal vez las cosas que nos suceden no sean una maldición del cielo que llegan para arruinarnos la vida y dejarnos en estado de victimas impotentes sino oportunidades para crecer y cambiar.

Nadie cambia si siente que es feliz y todo va bien.

Ej: Yo vivo mi vida “feliz”, todas las mañanas me tomo “mi vasito de cianuro” y salgo hacia mi trabajo “feliz”. Todo está bien, pero un día amanezco con un cáncer de estómago. ¿Qué pasó? ¡Si estaba “todo bien”!

El “vaso de cianuro” es un símbolo. Qué es “ese vaso de cianuro” para cada persona enferma, sin prosperidad o en conflicto, es un misterio.

 

Descubrir cuál es o cuáles son esos actos cotidianos que hacemos y no registramos que nos están dañando, es una de las tareas detectivescas más apasionantes de la vida. Porque hay que cambiar, si, estos eventos desagradables pueden estar llegando para enfrentarnos con eso…  Si. Pero ¿Qué? ¿Qué cambio? ¿Por dónde empiezo? ¿De dónde cargo con este dolor? ¿De un vínculo pasado? ¿De mis ancestros? ¿De una mala decisión que tomé hace tres días o tal vez hace treinta años?

 

Vivir así es una decisión de un estilo de vida. Vivir, pensar, sentir y accionar de esta manera conlleva estar de acuerdo en que somos parte de un Plan Mayor a nuestro pequeño ego y que cada uno de nosotros ocupa un lugar en el espacio importantísimo e irremplazable.

 

Por ahora contar esto es lo que me mueve en cada obra que generó. Y siempre sucede que en cada función alguna persona del público resuena con esta información, se me acerca, se interesa en el material e inicia su viaje. Ése es el mayor regalo que me brinda mi oficio.

 

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