
Yunta
Un peón de campo y un patrón comparten una salida de caza que se convierte en un duelo ideológico. Humor, horror y honestidad brutal se mezclan.
Esta es una obra que tiene la intención directa y, de alguna manera explícita, de reflejar el entramado social, político y económico de la historia argentina. Lo logra. Con astucia en la dramaturgia, con precisión en la dirección y más que nada con las actuaciones excelentes de los dos actores en escena. Este espejo en el que se convierte la obra llega a alcanzar un gran nivel de elocuencia, con humor preciso y con honestidad brutal.
Podemos ver cómo muchos temas relevantes se van desplegando con diálogos tan tensos como afilados, tan acertados como pesados, tan actuales como antiguos. Estos temas son muchos y muy densos: el peso del deseo de la pertenencia, la trampa de la composición de la identidad, la maldición de la herencia obligada, la elección de las convicciones propias, el fruto del odio y el inevitable choque de clases.
Un peón y un patrón van al campo en caballo para tener un día de caza. En esa jornada al aire libre se va desencadenando de a poco el conflicto. El patrón, adorador de la crueldad por ser hijo de un padre extremadamente cruel, lleva el odio como estandarte y el aire de superioridad como oxígeno vital. Vislumbra a lo lejos a "los otros", los que están equivocados, los que no saben, los que son ignorantes y los que tienen la culpa de los males del hombre. Despotrica odio y busca validación y confirmación en el peóon que lo acompaña. El espanto va de a poco llenando el escenario con el retrato horroroso de su padre en el fondo del escenario.
El peón va transformándose. Primero, servicial y sumiso. Luego, va respondiendo algunas preguntas de una manera en que el patrón no lo esperaba. Niega quizás algunas respuestas, pero luego va eligiendo una postura clara y fuerte. Un exabrupto violento y abusivo del patrón con una chinita de los otros que anda sola por el campo, colabora en hacer pensar y decidir al peón. Aparecen las preguntas y sus propias convicciones. No las dice en voz alta pero podemos imaginarnos que son del estilo: "¿De qué lado estoy? ¿Quién soy yo? ¿Esta violencia y odio tienen razón?" Cuando deducimos que esas respuestas aparecen en el corazón del peón, este declara una renuncia. Una que hace desesperar al patrón, quien confiesa una necesidad suprema de tenerlo al lado. El final es exclusivamente para el espectador que vaya a ver la obra al Camarín de las Musas los viernes a la noche.
Esta obra despliega debate. Las preguntas y los comentarios y las conclusiones ebullicionan de inmediato en los y las espectadoras cuando se terminan los merecidos aplausos. Es definitivamente una obra para ir a ver, pero también para luego irse a charlar durante horas enteras sobre quiénes somos como sociedad, de dónde venimos, adónde vamos. Es para sacarle la careta a ciertas costumbres de crueldad y violencia que vienen hace años largos dañando a nuestro pueblo. Para poner en palabras algunos demonios de odio que generan dolor y discriminación. Para ver cómo alguien débil y sin recursos decide elegir cómo vivir, más allá de la presión de sus presuntos dueños y amos.
Firma:
Juan Francisco Gazzano
@zetadoble
Ficha Técnica:
Texto: Joaquín Daniel
Versión: Adriana Roffi
Actúan: Matías Broglia, Pedro Risi
Escenografía: Gustavo Acevedo
Iluminación: Juan Chiarella
Diseño: Edgardo Carosia
Asistencia general: Ana Arensburg
Prensa: Natalia Bocca
Dirección: Adriana Roffi
Instagram:
Obra: @yunta.laobra
Teatro: @elcamarindelasmusas
Director: @adrianaroffi