El amante de los caballos

El amante de los caballos

¿Cuál es el costo de una herencia enviciada? ¿Cuál es su tesoro? ¿Cuáles sus secretos?
En esta obra, sostenida a través de la gracia, el talento y la valentía de Ana Scannapieco, lo que no se dice juega un papel fundamental. 
Al finalizar la obra y quizás también durante su duración, nos vemos obligados a mirar cómo son nuestros vínculos familiares. 

 

La actriz, sola en el escenario durante toda la obra, le habla a un público atento. Pero también le susurra. Esos mismos susurros no llegan a escucharse pero se ve claramente cómo los labios de la protagonista se mueven para decir algo que nunca va a llegar a quien mira la obra (¿o sí?). En una familia, siempre hay secretos y esta no es la excepción. 

Aunque la protagonista es la única persona que vemos, no es la única a la que llegamos a conocer porque nos cuenta sobre su abuelo, su padre y otros miembros de su familia. Vamos recorriendo agarrados de su mano a cada personaje narrado con ternura, delicadeza y honestidad fatal. Las fuertes costumbres, los malos hábitos, los pequeños y grandes talentos y también las enormes fallas de cada uno nos van mostrando la naturaleza de esos vínculos. Esto nos hace irremediablemente mirarnos a nosotros mismos y cómo construimos y sostenemos los vínculos con nuestros familiares. Nos hace preguntarnos qué nos enseñaron, qué nos dejaron, qué es lo que nosotros vamos a dejar. La huella de la vida es un concepto que late en cada escena, de principio a fin. 

Ese hilo que une a nuestros antepasados a veces es la llave de muchas cosas. En este caso, se trata de un universo de borrachos, apostadores y de amantes de los caballos. De partidas de cartas con premios enormes y derrotas terribles. De susurros en la oreja a caballos que son un elemento noble y misterioso en la vida de esta familia atravesada por un sinfín de sentimientos, como pasa en todas las familias. 

Mientras la protagonista va contando su historia, también se va despidiendo de su padre. De esta manera, se hace más poderosa al conocerse a sí misma desde un lugar nuevo para ella. Se va transformando yendo de un lado a otro del escenario, llevando a cabo monólogos uno mejor que el otro. Rodeada de una escenografía nostálgica y con una composición tan sutil como robusta, vamos entendiendo de a poco qué significa recordar. La memoria, a veces, también es salvación.  

Esta también es una obra con muchísima belleza de lenguaje. Va creando y haciéndonos escuchar términos acertadísimos como "cruces de ternura" o "entregarse al deseo sucio". La dirección de Lisandro Penelas es un toque de magia que se puede apreciar desde el inicio hasta el final. 

Dicen que si pintás tu aldea, vas a pintar el mundo entero. Y que si contás cómo es una familia, contás cómo son todas. Estas verdades totales cobran vida en esta obra que habla del amor de familia y de cómo impacta ese amor y esas relaciones en la constitución de una persona. Con la genialidad de la simpleza de las palabras y la actuación brillante de Ana Scannapieco llegamos a una verdad fundamental que, en lugar de cerrar, abre. Como ella misma dice en un momento: "El amor es como es". Lo que viene después de esa frase y de esta obra está en cada uno para seguir pensando y sintiendo. 

Los invito a convertirse en una persona más de las miles que fueron a ver esta bellísima y sabia obra, que ya está en cartel hace años pero que sigue vigente y sigue haciéndonos viajar a través de uno de los mundos más maravillosos de la humanidad: la familia. 


Firma: 

Por Juan Francisco Gazzano
@zetadoble 

Ficha técnica: 

-Adaptación: Lisandro Penelas
-Actúan: Ana Scannapieco
-Vestuario: Gonzalo Cordoba Estevez
-Escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez
-Diseño de luces: Soledad Ianni
-Música original: Hernán Crespo
-Fotografía: Ariel González Amer
-Diseño gráfico: Martín Speroni
-Asesoramiento coreográfico: Sabrina Camino
-Asistencia de dirección: Julieta Timossi, Ricardo Vallarino
-Prensa: Carolina Alfonso, Luciana Zylberberg
-Producción ejecutiva: Cecilia Santos
-Dirección: Lisandro Penelas

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