La lengua es un músculo, el lenguaje es un virus

La lengua es un músculo, el lenguaje es un virus

La lengua es un músculo, pero el lenguaje es un virus - Reseña


Por Javiera Miranda Riquelme


¿Se puede escribir una obra de teatro basada en posteos de chistes en Facebook? Diego Carreño creyó que sí, y es por eso que escribió y actúa el unipersonal “La lengua es un
músculo, pero el lenguaje es un virus”. E., el protagonista, abre el show diciendo “En los próximos cincuenta y cinco minutos habré finalizado mi tesis que terminará de confirmar aquel planteo del año 1966 de William Burroughs, en el que afirmaba que el lenguaje es un virus”. E. comenzará a escribir una carta a sus padres, proceso durante el cuál recitará algunos ejemplos de figuras lingüísticas como la
paradoja, la metáfora, la paronomasia y neologismos; y se interrumpirá con recuerdos de su niñez, llamadas de sus padres que aparecen como mensajes en una contestadora, un casette de
un curso de inglés, entre otras cosas. Todo empleandose con intención cómica, puesto que E. cae repetitivamente en equívocos lingüísticos. La frase de Burroughs entonces se presenta
como una excusa para soldar el repertorio de frases de Facebook y gags.


“Prólogo: se acercó un hombre y me dijo ‘yo soy Jehová’. Yo le pregunté cómo podía comprobarlo y él me respondió: ‘tengo testigos’. Anónimo”. Este tipo humor marcará la pauta de lo que se sostendrá hasta el final del show, incluso durante el momento de la polifonía en el que aparece un cura como nuevo personaje.

 El espectador no tardará en corroborar que no estará ante el clásico conflicto dramático marcado por la tensión de las voluntades del protagonista y las fuerzas que se le oponen, ni tampoco ante un arco dramático con unidad de tiempo, espacio y acción. La orientación del show está puesta en los equívocos del lenguaje en el campo del sentido y el sonido.

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