El desafío de tener lo federal como bandera

El desafío de tener lo federal como bandera

El Teatro Nacional Cervantes es el único teatro argentino que aspira a ser federal, y cientos de personas trabajan a lo largo y ancho del país para acercarse a ese objetivo. En tiempos de pandemia, la virtualidad facilitó el intercambio artístico-cultural entre provincias. Pero, ¿cómo se concreta y se sostiene el federalismo a lo largo del tiempo y de las gestiones? ¿Y qué implica que un teatro sea nacional y federal?

 

La virtualidad y el federalismo

 

La pandemia por COVID-19 y el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), forzaron a los artistas –y a trabajadores de todo tipo de disciplinas– a desarrollar sus tareas de manera virtual. Si bien el intercambio presencial es irremplazable, se dio lugar a nuevas herramientas para subsanar la falta de contacto cara a cara. Los trabajadores del Teatro Nacional Cervantes (TNC) desplegaron una batería de medidas para dar continuidad a su labor; desde programas en línea de periodismo para jóvenes y talleres para docentes, hasta conversaciones vía Zoom con artistas de todo el país. 

 

El Cervantes, que festejó su primer siglo en 2021, siempre dijo ser una institución orientada al federalismo. Un ejemplo de esto es lo que ocurrió en 2006, año en que se creó el Programa Federal. Según Dora Milea, coordinadora del programa, este surgió con el objetivo de federalizar la cultura, fomentar la inclusión y la formación. El programa se encarga de generar espectáculos en diferentes salas de las provincias y brindarles el apoyo logístico para hacerlas girar y presentarse en el Cervantes. Otro ejemplo es el Programa Jóvenes Periodistas creado en 2017, devenido virtual y federal –a la fuerza–, debido a lo que Jorge Dubatti, vicedirector del TNC, describió como una “restricción de las prácticas conviviales”, en el libro Teatro Nacional Cervantes: el primer siglo. La virtualidad llegó para profundizar el componente federal del Cervantes. 

 

Pero, esta orientación hacia la federalización y democratización de las artes escénicas, ¿se sostiene hoy, pospandemia? Y, no menos importante, en medio de conflictos gremiales al interior del TNC y político-económicos a nivel país.

 

Durante la pandemia por COVID-19, los encuentros artísticos fueron en línea.

 

El arte como derecho

 

En el spot Deseos 2023, publicado en Cervantes Online –el canal de Youtube del teatro–, se hizo patente el anhelo de federalización. El TNC es el único teatro que pretende ser federal. Que una institución lo sea implica que llegue, mediante un despliegue de herramientas y capital humano, a cada punto del país. Además, el Cervantes, como otros organismos públicos, responde al derecho a la cultura.

 

Una de las formas que tiene el ser humano de expresar su sensibilidad es a través de las artes. Las artes escénicas –entre ellas, el teatro– son parte de esta ecuación. Si se tiene en cuenta esto y el hecho de que el acceso a la cultura es un derecho, debería considerarse fundamental la existencia de un ente que cree, aglutine y comparta cultura a lo largo del país. El centenario Teatro Nacional Cervantes es uno de estos entes. 

 

Si bien desde 1999 se llevan adelante políticas para acercarse a la federalización –por ejemplo, el apoyo y auspicio a espectáculos en otras salas–, esto no fue lineal. Recién en 2017, distintos actores del TNC unieron fuerzas para impulsar nuevos proyectos e intentar revertir la fama elitista y centrada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –sede central del Cervantes– que el teatro tuvo hasta hace algunas décadas. Se creó un área de Gestión de Públicos y se dio prioridad a una nueva forma de producción: las coproducciones en equipo entre el Cervantes y las distintas provincias argentinas. 

 

En 2021, las entonces flamantes autoridades del teatro, Gladis Contreras y Jorge Dubatti, conversaron con un grupo de periodistas de un taller creado para enseñar el oficio a jóvenes de todo el país. Gladis Contreras dijo: “Queremos llevar el TNC a las demás provincias y que las cosas sucedan en todo el país, porque este es un teatro nacional y eso se tiene que notar”. Si bien ambos expresaron que tenían la misión de mantener y profundizar este componente federal, es necesario revisar si esto sucedió a lo largo de su gestión –y procurar que se mantenga una vez terminada–. 

 

A medida que la casi apocalíptica pandemia mermaba y los espacios culturales abrían sus puertas nuevamente, las estrategias digitales que tanto sirvieron para paliar la falta de contacto, se replegaron de manera vertiginosa. El Teatro Nacional Cervantes no se quedó atrás y, luego de tres ediciones online –2020, 2021 y 2022–, decidió discontinuar la modalidad virtual para algunas de sus actividades; entre ellas, el Taller de Jóvenes Periodistas. Según los trabajadores del teatro, esta no fue una decisión caprichosa. “A partir de la pandemia, desde Gestión de Públicos empezamos a trabajar en una forma de mantener viva la actividad del teatro a través de la virtualidad –dijo Juan Pablo Gómez, trabajador del Cervantes en Buenos Aires–, porque nos planteamos que, si bien el teatro puede ser eminentemente presencial, nuestro trabajo en relación con las obras no tenía por qué serlo también. Pero, si bien la virtualidad es una instancia posible de establecer un contacto federal, no es la única y no permite, a diferencia de la presencialidad, unificar la discusión teatral”. 

 

Aquí se genera una paradoja: si bien cualquier persona de cualquier provincia podía acceder de manera online a las actividades del TNC, quienes estuvieran cerca de la casa central tendrían un acercamiento mucho más profundo, una mayor oferta de obras y la posibilidad de caminar por el centenario teatro una vez superada la etapa de aislamiento. No cualquiera podía acceder a la experiencia completa. Juan Pablo Gómez sostuvo que, a veces, lo que se trata de generar como “herramienta de igualamiento”, acaba perpetuando “las diferencias y desigualdades que se quieren erradicar”.

 

Aimé Pansera, también de Gestión de Públicos pero encargada de recorrer el país con el programa de coproducciones, dijo: “Con la pandemia y la virtualidad pudo abrirse más el juego y se pudo entablar un diálogo con gente de todo el país. Pero la idea inicial de iniciativas como Jóvenes Periodistas era la de la presencialidad y estaba muy vinculada al edificio. A un recorrido del teatro que, si bien está descentralizado por su federalismo, su mayor representación está en Buenos Aires”. Allí reside la experiencia completa: en, además de acceder a las actividades propuestas por el teatro, tener la oportunidad de patear sus pasillos; ver la magnífica Sala María Guerrero, las telas rojas traídas desde España y las arañas que decoran el techo del foyer.

 

El encuentro cara a cara es fundamental, pero la virtualidad puede ser una gran herramienta.

 

¿Giras o coproducciones?

 

Si un espacio como el Teatro Nacional Cervantes tiene el deseo de abarcar un país entero, no sólo debe pensar en las personas a las que quiere llegar, sino también en el cómo. El TNC se manejó, históricamente, con giras. En el Cervantes siempre se generaron espectáculos de un gran nivel artístico que, luego de presentarse en casa central, fueron llevados a salas y teatros de todo el país. Aquí, se ponen en juego las dinámicas centro-periféricas
 

Desde hace algunos años existe una alternativa a las giras, que vela por una profundización de aquel federalismo que el Cervantes lleva como bandera: las coproducciones. “En el TNC la gira representa un espectáculo que se produce en una provincia que tiende a ser Buenos Aires y se lo mueve al resto del país –dijo la especialista en Gestión de Públicos, Aimé Pansera–, mandando un director o un equipo artístico a las provincias. En las coproducciones se trabaja íntegramente con equipos locales”. 

 

Estos nuevos modos de ver permiten una conversación más equitativa entre las provincias y el Teatro Nacional Cervantes; institución que, según el dramaturgo Juan Pablo Gómez, tal y como Dios, atiende en Buenos Aires.

 

Sobre accesibilidad y discapacidad

 

En 2021 conversé con Gladis Contreras, la directora del Cervantes. Durante esa charla, la santafesina, segunda mujer en ocupar el cargo de directora del teatro nacional –la primera en ocuparlo fue la actriz Luisa Vehil, y eso sucedió hace más de cinco décadas–, aseguró que trabajaría en favor de un teatro que tuviera en cuenta las necesidades de los argentinos. ¿Y las de aquellos con discapacidad? 

 

El teatro nacional cuenta con el programa TNC Accesible. Según se indica en su página web, esta línea de trabajo “incorpora recursos técnicos y humanos en su programación destinados a garantizar el disfrute de las personas con discapacidad”. Sobre el espacio físico y tangible, se puede decir que las salas del teatro cuentan con rampas de acceso y aro magnético para usuarios de audífono e implante coclear, entre otras propuestas. 

 

Si se habla del espacio virtual, la situación es la siguiente: hasta hace dos años, el teatro subía a su canal de YouTube obras grabadas en sus salas, preparadas para ser consumidas por personas con distintos tipos de discapacidad, todo en el marco del programa Nuestro Teatro –con una edición especial adaptada en Lengua de Señas Argentina–. Hoy, esa línea de acción, como el Taller de Jóvenes Periodistas federal, fue discontinuada. Afortunadamente, se encontró una vuelta de tuerca para esta medida que tanto aportó al componente federal. “El paquete básico de accesibilidad siempre viaja a todas las provincias, con cada obra que se realiza en coproducción o en gira”, dijo Juan Pablo Gómez. 
 

También se desarrolló una suerte de solución para la curiosa situación del taller de periodismo que se encontraba en un limbo entre la virtualidad y su consecuente –o accidental– federalismo; y, por otro lado, la presencialidad y el riesgo de caer en el elitismo que se suele vincular al teatro y las paquetas prácticas que lo rodean. Leni González, docente encargada del Taller de Jóvenes Periodistas, dijo: “No se sostuvo la modalidad online porque entró en contradicción. Se generaba una diferencia porque, al contrario de 2021, ya había programación en el teatro y la gente que vivía en otras provincias no podía ver las obras que se cubren en el taller. Ahora, como un proyecto piloto, vamos a hacer el I Laboratorio Taller de Jóvenes Periodistas en Mendoza”. 

 

Esta inédita edición del taller se llevará adelante junto con el programa TNC Produce en el País, el paquete de accesibilidad y las Conversaciones que González y otros trabajadores del Cervantes –como Aimé Pansera– desarrollan en todo el país. “Si bien lo que haremos en este piloto es muy acotado –sostuvo la docente y periodista Leni González–, en las provincias suelen faltar espacios de crítica, de periodismo cultural y si esto es un disparador muy pequeño para algo, bienvenido sea. Uno nunca sabe en qué se transforman esas pequeñas acciones. Es importante que el teatro nacional abra estas posibilidades que, por más mínimas que sean, se dan gracias al teatro público”. Con un poco de suerte –o, más bien, si el presupuesto y las condiciones acompañan–, esta experiencia se repetirá en el resto de las provincias argentinas.

 

Cervantes, conurbano y academia

 

El Teatro Nacional Cervantes y la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) colaboran, desde 2017, para fortalecer la conversación en torno a las artes escénicas y lograr que el arte dramático se desarrolle, también, en el conurbano. El arte ya existía en el conurbano y el Cervantes no llegó desde CABA para salvarlo. Pero sí es cierto que el centenario teatro pudo aportar mucho en lo que a técnica y saberes se refiere. 

 

Sandra Ferreyra, investigadora docente de la UNGS, creó –entre 2015 y 2017– Espectares y Marejadas; un programa universitario y un espacio de formación de públicos, respectivamente. Si bien el Cervantes no facilitó ni tampoco condicionó el surgimiento de estos espacios, tuvo mucho que ver con su continuidad. “Con el grupo Marejadas vamos al Cervantes varias veces al año desde 2015, y su equipo vino a la UNGS a traer sus obras al auditorio y a dictar talleres de formación –sostuvo la docente e investigadora–. Trajeron la obra Los Corderos de Daniel Veronese e hicieron talleres con técnicos, vestuaristas y músicos. Nosotros solo pagamos el traslado”. 

 

Además del traslado del Cervantes a la General Sarmiento, un grupo de espectadores viaja todos los años al teatro. La experiencia de viajar al centro podría considerarse provechosa y no como un ejercicio de subordinación de aquel que, para consumir teatro, tiene que acercarse a Buenos Aires –donde no sólo atiende Dios, sino también el Cervantes–. Sandra Ferreyra dijo: “El Cervantes es indiscutiblemente federal. Toda la situación de intercambios, del traslado de Marejadas hacia el teatro y del teatro hacia acá, sólo logra fortalecer su federalismo. Hay que repensar la idea de lo federal y no renunciar al traslado, ya que ese movimiento permite que, tanto los de capital como los de las provincias, se vean de otra manera y se transformen”.

 

Los intercambios deberían ser pensados desde la equidad y no desde la desigualdad o subordinación. El Cervantes no vino a salvar a las provincias, pero tampoco es el enemigo cosmopolita. Sandra Ferreyra consideró que el diálogo debe sostenerse desde la equidad, para “verificar la igualdad de saberes y posibilidades” y no para perpetuar la desigualdad. Es fundamental correrse de la perspectiva no dialógica y centro-periférica.

 

El futuro

 

Antes del 2000, el Teatro Nacional Cervantes decía ser federal, pero no hacía los esfuerzos necesarios para serlo. No debe ser tarea fácil producir piezas artísticas y espacios de formación para todo un país. Para ello, deben conjugarse espacios participativos tanto en la red como en la presencialidad, en las salas y teatros de todo el país. Y debe existir la decisión política de mantener esta configuración democrática.

 

Ivana Carino es la cara del TNC en la Red Federal de Teatros, una figura nacida durante la actual gestión. Según Carino, este programa tiene el objetivo de fortalecer a los espacios teatrales que quedan por fuera de la órbita de la Ley Nacional del Teatro (Nº 24.800); es decir, aquellos espacios provinciales, municipales, universitarios, gremiales y de colectividades. Apenas ingresaron al Cervantes como las nuevas autoridades, Contreras y Dubatti sugirieron que se dedicarían a mejorar el diálogo entre la institución y las provincias. Entre las medidas que dijeron que tomarían, se encontraban un relevamiento técnico y una red de capacitaciones a nivel país.

 

La sorpresa es grata, ya que los directivos comenzaron a desarrollar estas acciones con vistas a la utopía –o no– del federalismo. La Red Federal de Teatros apunta a forjar el Cervantes nacional, federal y accesible del futuro. Ivana Carino aseguró: “Las propuestas que Gladis y Jorge hicieron sobre un relevamiento técnico y capacitaciones nacionales en 2021, son hoy líneas de acción dentro de la Red Federal. Se están realizando capacitaciones en línea y presenciales en toda Argentina, se brindó un subsidio a 64 espacios para que acondicionen sus salas y ya se relevó información de más de 30 salas del país. Esto se hace para conocer las necesidades de los espacios y para fomentar la federalización”.

 

Con suerte, esta información no quedará desatendida con el tan próximo cambio de gestión, sino que será sistematizada y servirá para pensar estrategias que mejoren las condiciones de las salas, y que aporten al debate sobre el rol del teatro nacional. Estos son algunos de los interrogantes que surgen luego de analizar la situación del TNC en el país: ¿cómo puede mantenerse un diálogo equitativo entre el Cervantes y las provincias?, ¿cómo se sostiene el deseo de federalizar a lo largo del tiempo? Y, más importante, ¿cuál es el rol de un teatro que dice ser nacional y federal, pero que tiene sede en capital?

 

Sólo queda involucrarse en la discusión por el derecho a la cultura y reivindicar los espacios de lucha, formación y diálogo. En la virtualidad o en la presencialidad. El deber del único teatro nacional argentino es fomentar la circulación de las artes a lo largo del país, a través de las distintas gestiones y más allá de los conflictos político-económicos que se puedan presentar. Porque el acceso a la cultura es un derecho, el arte es cultura y las posibilidades deben ser pensadas desde la equidad. El Cervantes es un espacio de disputa y, para que atienda en todo el país y no sólo en Buenos Aires, tiene que existir una fuerte –y sostenida– decisión política.

 

Por Candela Abril Rodríguez - @candelabril1

 

 

 

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